Odio..

“¿Y me piden que no las odie? Decidme una buena razón, lo suficientemente pesada como para que yo rectifique en mi manera de pensar, difícil lo tenéis.
Las odio, las odio con todas mis fuerzas, con todo mi ser. Se me han vuelto tan insoportables a la vista que no puedo evitar girar la cabeza cada vez que una de ellas, o varias, se me ponen por delante. Me asquean, me provocan, hacen que me sienta tremendamente agresiva y, lo que más me gusta, provocan en mi la total indiscreción. Creo que les queda bastante claro lo que estoy pensando cuando cometen la imprudencia de mirarme. Algunos me dicen que soy demasiado intolerante, que debería ser más comprensiva. ¿Comprensiva, yo? ¡JA! Sí, soy intolerante, ¡¿Y QUÉ?! Al que no le guste ya sabe lo que tiene que hacer. Mucho más lo sería si no fuera porque en mi casa me enseñaron educación. Disfrutaría bastante destrozándolas, estropeándolas, haciendo que se les quitara de la cabeza esa puñetera manía que sienten por quitarnos lo que es nuestro, lo que nos pertenece. Sólo sirven para eso, para humillarnos, para destrozar lo que tanto esfuerzo nos cuesta a nosotras lograr, para aprovecharse de eso… ¡Zorras! Largaros y dejadnos en paz, iros con las que son como vosotras y dejadnos a nosotras tranquilas. Sois un insulto, un fallo de la naturaleza, no valéis para nada, sólo para fregar vuestra propia mierda y venderos en oferta. Me dais pena, me provocáis náuseas… Qué feliz sería yo si, en un solo día, se me otorgara el poder suficiente para hacer con todas vosotras lo que a mí me diera la gana. Os encerraría en algún lugar donde os sintierais morir de pánico, os quemaría vivas a todas, lentamente para veros sufrir y suplicar por vuestras vidas. Cogería lo que más os importara y lo despedazaría delante de vuestras narices para que supierais lo injusta que puede llegar a ser la vida, sin merecerlo… Sois peor que la peor de las plagas, sois escoria, sois basura, no hay lugar para vosotras en este lugar… Os odio, algún día recibiréis lo que os merecéis…”