El Pianista.

No, no vamos a hablar de la película. Se trata del vecino, que resulta que tenemos un vecino pianista y que sospecho debe ser el mismo que nos pone ópera a toda pastilla a la hora de la siesta los fines de semana... ¡Me está taladrando la cabeza!
Mira que soy una total y absoluta enamorada de ese instrumento y estoy acostumbrada a él pues es algo típico de ver en las casas de mis familiares maternos, incluída la mía. Mi madre lo solía tocar cada tarde, ahora ya con menos frecuencia a causa de sus estudios pero siempre encuentra algún rato para dedicarle, ratos que yo, al no poder ya oírla tocar con frecuencia, disfruto muchísimo pues me encanta cómo lo hace y el buen gusto que tiene para la escoger las partituras... ¡Pero este tio es lo peor, machaca que machaca el teclado todo el rato por favor! Bueno, digo tio pero puede que sea lo contrario...
¿Eso le hace relajarse? Porque vamos, lo que es a mí me está poniendo de una mala uva que no es normal oye, bendita sea ahora mismo la música pestiño del avión, que parecen fan de la Kiss, un único CD con el "repeat" puesto. Voy a tener que investigar cuál es su puerta para regalarle partiruras nuevas...
¿Pasaría algo si le pegara un grito por la ventana? Tengo educación, en serio, y me da mucho más palo a mí que a los que me tuvieran que escuchar pero es que YA NO PUEDO SOPORTARLO MÁS, que lleva media tarde aporreando el piano...
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(3 minutos más tarde de lo último que he escrito)

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Qué fuerte, ahora mismo es que no veo porque me parto. Le he pegado un grito al perro porque se ha colado en mi cuarto y cuando lo ha intentado de nuevo, le he gritado "¡¡¡shhhhhhhh!!" sin darme cuenta que estaba al lado de la ventana y el vecino o lo que sea ha cerrado los cristales de la suya. Bueno, mucho mejor, sigo escuchándo su horrible repertorio pero ya es soportable... Mira, se ha callado, ¡POR FIN! Dios, qué paz, qué tranquilidad, qué gusto, ¡uff!
Pues ahora me toca a mi, ale. Le voy a poner alguno de mis discos nuevos a toda pastilla un ratito... Ya, Linkin Park - Meteora, que hacía mil que no lo oía y me encanta. Pero suena un poco bajito, un segundo... Ya, perfecto. La verdad es que me estoy sintiendo fatal pero un ratito no hace mal a nadie y aún no son horas indecentes. Y no, no estoy asalvajada, es la falta de costumbre, toda mi vida he vivido en una casa independiente pero, a pesar de eso, me han enseñado desde niña que cuanto menos ruido, mejor. Y eso me gusta hacerlo yo y que lo hagan conmigo. Un ratito vale, ¡tres horas ni de coña!
Qué recuerdos me trae escribir estas palabras, no hago más que pensar en la famosa carta al obrero cabrón que trabaja sólo hasta las diez de la mañana, jodiendo a todos los que tienen la suerte de poder dormir, y luego ni se le oye. No voy a poner enlace, ¡qué verguenza! Mis post preferido, en serio.