miércoles, agosto 27, 2008

Pasión oculta.

Hace unos días una compañera me invitó a conocer su nueva casa dado que tenía que acompañarla para ayudarla a subir el carrito de su hija. No lleva mucho tiempo viviendo allí pero ya la tiene decorada casi al cien por cien y con bastante buen gusto, por cierto. Sin embargo, a pesar de todas las "pijadas" del ikea que hay por todas partes, lo que me conquistó fue lo que descubrí en las estanterías. No pude evitar darme la vuelta, mirarla y decirle; "tienes una casa preciosa, en serio, sin embargo no son tus muebles lo más bonito sino los libros, algo que me sorprende porque ya empiezan a estar en vías de extinción y, además, los que tienes no son precisamente "novelas rosas" bonita".
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Sí, son una de las cosas que más me pueden gustar; los libros. Lo denomino pasión oculta porque es un hábito que he perdido bastante desde que me vine a vivir a la capital. En casa de mis padres los hay a cientos y cuando vivía allí no pasaba un día sin disfrutar un buen rato de lectura, era imposible que me durmiera sin ello. Ahora sé que lo echo de menos y, para tratar de recuperarlo, me hecho socia del Círculo de Lectores pero vamos, que tengo como ocho libros desde hace un año ahí, de adorno, quitando la saga Crepúsculo que me hipnotizó por completo, no he tocado practicamente ni uno.
Estando en Afganistán leí "Un burka por amor", de Reyes Monforte. Después empecé "El diario secreto de Laszlo, Conde Drácula", regalo de
Noe. Pues bien, hace tres meses ya que he vuelto y, a falta de "cuatro" páginas, aún no lo he acabado (y eso que "Drácula" es uno de mis libros predilectos) Mi madre me recomendó la semana pasada que comprara la edición de bolsillo de "Cometas en el Cielo", libro que parece ser está creando furor. Lo tengo desde hace dos días encima de la mesa de mi oficina y no he pasado de la segunta página. En mi cuarto, detrás de la radio, me espera "La Historiadora", libro que me han recomendado muchos amigos míos que conocen mis gustos en este campo y que ya he paseado dos veces por tierras extranjeras, por lo que veo seguirá esperando por mi. La verdad que no me gustaría pertenecer a ese gran colectivo que, como he dicho al principio, puede vivir perfectamente sin ellos y ni acordarse de que existen y para qué sirven...
Esta tarde he tenido que ir a La Casa del Libro a comprar un regalo para un amigo y me ha entrado morriña. Nada más entrar juro que es cierto que se me han saltado las lágrimas (menos mal que las gafas de sol y yo somos inseparables) al ver paredes y paredes a rebosar de miles y miles de libros. Además, es de esas librerías que puedes tirarte horas dentro porque ningún dependiente te va a decir que no puedes leerlos porque se estropean (a no ser que seas un desconsiderado y no tengas cuidado), así que si te apetece te puedes buscar un sillón verte para echarle el ojo a lo que se te antoje... Debería ir más veces, no sé por qué no lo hago, ahora que tengo medios para desplazarme parezco tonta. Me ha encantado, me he sentido como en el paraíso y una hora he estado dando vueltas por las estanterías. Creo que un día tendré que ir a Madrid capital porque sé que allí hay otra tienda de esa cadena que es mucho más grande que ésta, la del C. C. Tres Cantos, y ya de paso aprovechar para comprar la segunda parte de la historia más maravillosa que se ha escrito nunca; "Un mundo sin fin", la supuesta continuación de "Los Pilares de la Tierra" (Ken Follet), y digo supuesta porque dudo mucho que consiga superarse con esa novela, más bien me da pánico que meta la pata pero bueno, tengo que leerlo como sea y ahora que tengo mucho tiempo libre porque no duermo pues mira, ¿qué mejor manera de pasar el rato que pensando?

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